jueves, 25 de octubre de 2007

CONDICIONES DESEABLES EN LOS ESTUDIANTES DE ARQUITECTURA

Este texto responde a un cuestionario con el que el Departamento de Proyectos de la ETSAB demandaba a los responsables de los distintos niveles en qué condiciones de conocimiento y experiencia deberían llegarles los alumnos para seguir con interés y aprovechamiento sus cursos respectivos.
CUESTIONARIO
El alumno que reúna las condiciones que a continuación se relacionan estará en mejor disposición de apreciar lo que en nuestro curso se plantea. Condiciones que, como se verá, no se refieren todas ellas a contenidos específicos de la docencia, sino que tienen que ver a menudo con una actitud ante las cosas y con los efectos que ese talante provoca en la personalidad de quien lo asume.
1.- Conocer el fundamento de los sistemas constructivos convencionales (muros de carga, estructura de hormigón armado y estructura metálica) y capacidad para representar gráficamente una arquitectura concebida contando con uno de ellos.
2.- Tener conciencia racional y visual de los elementos básicos de la arquitectura doméstica (puertas, escaleras, muros y huecos) y capacidad para representarlos gráficamente con sentido del espacio donde intervienen.
3.- Ser capaz de aguantar la mirada, diez o más minutos, a la planta de la Casa Catasús de Coderch, pongamos por caso, sin incurrir en tedio ni tener la sensación de que se está perdiendo el tiempo.
4.- Poner en tela de juicio que el acto de proyectar se reduzca a usar el sentido común con las sugerencias y limitaciones que provocan los criterios de gusto personal.
5.- Tener serias dudas, asimismo, sobre que la artisticidad de un edificio sea proporcional a la originalidad de su aspecto.
6.- Tener curiosidad por saber si la arquitectura de Frank Gehry -por decir uno- es tan importante como se desprende de la frecuencia y admiración con que las revistas especializadas y los suplementos dominicales de la prensa diaria se ocupan de sus cosas.
7.-Haber experimentado, al menos una vez, el disfrute de la lectura como acceso al sentido del texto, algo distinto y claramente diferenciado de aquella que persigue la adquisición sistemática de conocimientos.
8.- Encontrar en algunos libros -no muchos, pero suficientes- un estímulo para la reflexión crítica, y reconocer en ellos el polo opuesto al trasiego mercantil de consignas doctrinales dispuestas para seducir.
9.- Apreciar el sentido visual de un western cualquiera de John Ford: comprobar que la realidad de la pantalla es una, y la de la historia otra muy distinta. Identificar lo cinematográfico en el modo en que lo visual da cuenta de lo vivido.
10.-Tener serias dudas acerca de que el objetivo primordial del arquitecto sea conseguir la fama, proceso que como es sabido se abrevia repitiendo banalidades con ademán trascendente, sólo para peraltar el ego de la audiencia.
11.- Dudar, hasta el extremo de no creerse, que los mejores programas de televisión son los de mayor índice de audiencia.
El conjunto de estos atributos -y otros de naturaleza afín que el lector inferirá sin dificultad- definen un modo de enfrentarse a las palabras y a las cosas cuya elaboración escapa de las posibilidades de uno y otro curso, de proyectos o de lo que sea. Debería bastar con que nuestras pláticas o reprimendas como profesores no interfieran en la marcha de quienes, estimulados por mitos y valores hoy en desuso, se empeñen en conducir su actividad y orientar sus juicios por los derroteros que acercan a ese modo de sentir.
Texto extraído de CURSO BÁSICO DE PROYECTOS. Editorial: UPC, 1998. Autor: Helio Piñón.