
Este proyecto para la Universidad de Alicante busca la disolución de los límites entre espacio interior-exterior y el esponjamiento de ese margen de transición. Pretende romper la tensión entre ambas situaciones estableciendo una continuidad natural que la arquitectura acote sin imponer límites. Se instala en un solar marginal situado en el extremo sureste del campus, aislado y rodeado por una vía de intenso tráfico y grandes playas de aparcamiento, y deberá garantizarse por sí mismo lo que al resto de edificios les viene dado por su situación en la ordenación general del campus: zona verde, espacio exterior, aire, luz y un ambiente propicio para su uso.

El Aulario genera en su interior-exterior una gran zona verde en la que establecerse, con la que mezclarse. Allí las transparencias, reflejos, luces y sombras, llenos y vacíos, incorporan un sentido del tiempo al espacio definido. Construido aprovechando un pilotaje existente, desarrolla un esquema estructural que le libera de la trama de apoyos y le permite disponerse sobre el suelo con una mayor libertad de forma. Esto deviene un sistema de muros y losas que generan una construcción que se protege suficientemente de la contaminación producida por aparcamientos y vías rodadas y se abre al norte-sur, y sobre sí misma, en completa y continua transparencia.

Se piensa como una gran arboleda en la que se intercalan siete pabellones que flotan sobre el terreno dando forma a una arquitectura que envuelve y acompaña sin cobrar protagonismo. Una arquitectura donde lo exterior-interior se ha tornado un todo continuo que necesita de la incorporación urgente de la vida para alcanzar a ser. El breve plazo de proyecto y de construcción determinó una solución técnica general basada en la claridad y facilidad de montaje y puesta en obra, en la que los sistemas y materiales permitan una convivencia mutua independiente sin complicados compromisos de encuentro físico entre ellos.
(Fuente: Via Arquitectura)AULARIO III, UNIVERSIDAD DE ALICANTE (2000). Javier García-Solera